Wednesday, January 17, 2007

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A sangre fría es un novela, que narra el brutal asesinato de cuatro de los miembros de una familia de Kansas.
En 1959 un violento crimen sacudió la tranquila vida de Holcomb, Kansas.
La sociedad norteamericana de aquellos años no tuvo más remedio que encajar con desesperación, angustia, miedo y, sobre todo, desconfianza, un crimen que sugería que cualquiera podía morir asesinado en cualquier momento.
La familia asesinada, los Clutter, era el arquetipo del sueño americano en la década de los 50. Eran prósperos hombres relacionados con la agricultura, habitantes de un pequeño poblado de mayoría metodista. Tenían buen pasar, eran religiosos y asistían sin fallar a las misas dominicales. Generosos, empáticos, trabajadores, sanos, no tenían aparentes enemigos.
Los asesinos, Richard Eugene (Dick) Hickock y Perry Edward Smith, eran convictos bajo libertad condicional que creían que en la casa de los Clutter hallarían una caja fuerte con no menos de diez mil dólares. No la hallaron, pero de todos modos asesinaron a los padres y a sus dos hijos adolescentes.
Huyeron y regresaron a USA y siguieron a la deriva hasta que fueron identificados como los asesinos y arrestados. Un antiguo compañero de celda de Hickock, había trabajado para el señor Clutter en el pasado y le comentó a su compañero lo rico que era, incluso le aseguró que poseía una caja fuerte en su despacho con el dinero necesario para el mantenimiento diario de la granja (esto no solo resultó ser falso porque no existía dicha caja, sino que además el señor Clutter nunca llevaba mucho dinero encima ya que siempre se manejaba con cheques; de hecho, el monto de dinero robado el día del asesinato no llegó a los cincuenta dólares).
Fueron condenados a la horca en 1960, pero se impugno el veredicto alegando injusticia en el proceso y se volvió a abrir el caso hasta que en 1965 se cumple la condena, tras un largo proceso.

Fuente: Wikipedia
Los buenos libros son una comida pesada
La literatura tiene que hacernos mal. No debería pasar por nosotros sin dejar vestigios. De hecho, creo que los libros que más recordamos son aquellos que nos hicieron mal; los que nos provocaron alguna reacción: el estómago contraído, la boca seca, los dientes apretados, un principio de t aquicardia, la ansiedad que nos hace crispar los nervios, el insomnio, el sueño al día siguiente. Nos hacen mal al cuerpo... y bien al alma. Los buenos libros son así: nos maltratan, nos dejan tensos, nos agarran del cuello y no nos sueltan, nos exigen las neuronas, nos desvelan, nos hacen insultar al autor con una mezcla extraña de odio, admiración y envidia. Los buenos autores te secuestran, y te devuelven hecho una piltrafa.Y, extrañamente, eso es lo maravilloso.